El fundamento de fe para el cristiano es la Biblia; creída casi al punto de la veneración, tal que hay quiénes la ubican abierta en un lugar de privilegio, atribuyéndole poderes por el sólo hecho de estar allí, abierta en determinado texto, o quienes la leen creyendo que cada palabra en ella es inspirada o poco menos, que se escribió tal cual como la leen.
Algunos podrán estar de acuerdo con todo lo antes mencionado, otros sólo con una parte, y otros tantos en desacuerdo absoluto.
Veamos, Fue escrita en tres idiomas: El antiguo testamento en hebreo, el nuevo testamento en griego, y algunos pasajes del antiguo testamento también, en arameo; idiomas que hoy se leen y escriben diferentes, toda vez que se escribió en un período de 1.600 años aproximadamente y considerando que el último libro en escribiese fue en el año 100 d. C. Es obvio que han sufrido cambios.
No se puede precisar el número de escritores de la biblia, se estima que fueron aproximadamente cuarenta. Por ejemplo: el libro de Los Salmos tiene más de uno, otros libros se atribuyen a determinado escritor, sin tener la evidencia que permita su confirmación, como La Epístola a los Hebreos, Deuteronomio, que se cree escrito por Moisés, relata su muerte, por tanto, alguien más participó en su escritura.
Los cristianos consideran a la Biblia como un libro inspirado por Dios, pero el libro en sí no lo es. Quienes la escribieron lo eran. Pero, no todo lo que un escritor inspirado dice es revelado, por ejemplo:
«Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.» (2 Timoteo 4:13)
«Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.» (1 Corintios 7:12).
Obviamente lo que el autor del primer texto dice, no es revelación divina, y en el segundo, el mismo autor indica expresamente que es él quien lo dice, no le fue revelado.
Debemos entender entonces, que cuando Pablo le dice a Timoteo que toda la escritura es Inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16), no es ni literal, ni se refiere al nuevo testamento porque aun no se comenzaba a escribir, sino más bien a la Tanaj, nombre hebreo del antiguo testamento. Es más preciso Pedro cuando dice que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:21)
Además, debemos aceptar que lo que conocemos como antiguo testamento, compuesto por treinta y nueve libros, es la misma Tanaj hebrea, sólo que agrupada de manera diferente en veinticuatro. Valorados como revelación Divina por las religiones de judíos, cristianos y musulmanes, aunque de diferente forma.
Así como el nuevo testamento, no contiene ningún libro autógrafo, (el que escribió el autor) todos son copias de copias. De los veintisiete libros del nuevo testamento, llamados así, aunque sean breves cartas, no hay ningún libro que haya sido conservado completo. Son copias de fragmentos del libro halladas en distintas épocas y lugares, que se unen para conformar el escrito y a los que, en algunos casos se les han agregado frases o incluso párrafos que en los textos más antiguos no aparecen. Son los llamados textos interpolados, más de ciento veinte entre palabras, frases o párrafos, en el nuevo testamento. En el antiguo testamento no se conocen interpolaciones significativas.
Al respecto, decir que los libros del canon, vale decir, considerados como inspirados son treinta y nueve en el antiguo testamento y veintisiete en el nuevo testamento. Sólo para los católicos el antiguo testamento está compuesto por cuarenta y seis libros. El canon, de la Biblia como la conocemos hoy data del año 382 d. C.
Respecto de lugares citados en la Biblia, no ha sido posible ubicar geográficamente, el sitio con exactitud, por ejemplo; donde Jesús fue bautizado, donde fue crucificado, donde fue sepultado, menos aún se ha conservado algún elemento físico que pudiese confirmar la veracidad de los relatos.
Recordamos al respecto, el santo sudario, que se creía era el paño que cubrió a Jesús en la tumba. En 1988 la Santa Sede, custodia de la tela, autorizó la datación por carbono 14 de la sábana, que se realizó en tres laboratorios diferentes y los tres laboratorios dataron la tela entre los siglos XIII y XIV (1260 – 1390). Así, la última esperanza de una evidencia física de esa época fue científicamente descartada.
Respecto del antiguo testamento, menos aún. A mayor tiempo transcurrido, menor posibilidad de encontrar elementos tan antiguos. Ha habido muchas presunciones respecto a vestigios del arca de Noe, no obstante, a la fecha, siguen siendo conjeturas.
Lo que la arqueología ha hecho en los últimos cien años es verificar parte de la historia contenida en la Biblia. Por ejemplo, dos de las ciudades mencionadas en la Biblia, Sodoma y Gomorra, que fueron consideradas como mitológicas durante muchos años, excavaciones recientes en Tell Mardikh, que se sabe ahora, fue el sitio de Ebla, dejaron al descubierto quince mil tablas escritas. Algunas han sido traducidas, y en ellas se menciona a Sodoma y Gomorra. Entonces, aunque la arqueología puede verificar la historia y dar luz sobre varios pasajes de la Biblia, como en el caso recientemente señalado, la prueba de que la Biblia es la Palabra de Dios está fuera de su alcance.
Sin embargo, la Biblia, como llegó a nosotros, contiene las verdades que necesitamos para nuestra salvación y sigue y seguirá siendo la única luz para los cristianos. Es Palabra de Dios.
Entonces, la Biblia aporta la base del conocimiento para los cristianos, con la revelación escrita que nos permite conocer su plan redentor en relación con el tiempo, espacio y forma cultural que a los individuos nos toca vivir, y la mejor manera que de acuerdo con estos parámetros, podemos ser felices y tener relaciones armónicas, mientras su plan se desarrolla. Este concepto es también valido para los judíos con su Tanaj, para los musulmanes con el Corán, o para los hinduistas las Vedas, etc., pero, no pueden de acuerdo con lo expuesto, dar certeza absoluta, para el fundamento de la fe, quizás fue el mismo Creador, quien deliberadamente permitió la ausencia de evidencias concretas afín de promover el desarrollo y crecimiento de una fe genuina en Él.
“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (Juan 20:29).
El otro, y no menos importante pilar de mi creencia en Dios, la convicción de su existencia, de su poder, de su gracia, plena, cierta, se adquiere a través de un proceso gradual de relación personal, de experiencias de vida con Él.
Para algunos esa fe se va fortaleciendo a través de respuestas inequívocas a oraciones sinceras, a la sanidad otorgada, a esos casi imperceptibles milagros, que sólo quien los recibe, lo sabe, pero que, por su naturaleza, al contarlos ya parecen increíbles, o semejan coincidencias. Es la repetición de estos hechos ordinarios o extraordinarios, lo que va consolidando, más allá de toda duda razonable, la confianza en Él, vale decir la fe.
Esta relación personal y el estudio permanente de su Palabra escrita, va confirmando el conocimiento y reafirmando la confianza. Hasta llegar a la certeza plena, a la convicción que Dios se puede conocer en parte a través de la revelación que de sí mismo permite a los hombres en la Biblia y se complementa con la relación que no deja dudas, pero que tampoco puede ser probada, sólo reconocida por el creyente mismo.
Teólogo y MSc Public Health (Loma Linda University, USA)